Tuesday, April 9, 2013

El cinismo como forma de gobierno ha caracterizado a los partidos políticos: la sociedad civil y los sectores que han sufrido el injusto y represivo modelo actual demuestran su rechazo.


Una vergüenza que persiste y 
tras la que se esconden gobiernos y candidatos


Caso “Degollados”: Familiares esperan que se revoquen beneficios carcelarios a criminales. http://villagrimaldi.cl/noticias/romeria-a-colonia-dignidad/#comment-2563

El mundo y los chilenos por la justicia, también. La protesta por la repetida violación de excarcelar a los asesinos de lesa humanidad en Chile merece ser considerada. Especialmente cuando muchos hablan de “consolidar un sistema económico y de fuerte democracia, como los contendores de las organizaciones políticas que controlan el país, “a la chilena” (es decir a esa forma inmoral de hacer negocios y políticas de los últimos cinco gobiernos). El “olvidarla” y dejarla de lado es la forma más cobarde de actuar que han tenido quienes mantienen a Chile en la aplicación de un modelo político, social y económico inmoral y crecientemente represivo.

La represión en Chile, en su carácter político y al servicio de un modelo económico y social, mantiene una estructura y una unidad similar a la que tuvo bajo el dictador Pinochet. Las decisiones son políticas desde su inicio hasta el final. La persecución de las personas va desde las designadas como "incómodas", hasta el extremo de llamarlos "terroristas, criminales y enemigos de Chile". Grados variables pero siempre determinados políticamente, se les aplican. Las medidas de detención se aplican de ese modo. Para los criminales de lesa humanidad, como es el de los responsables de los casos "degollados" y los criminales más deleznables como Pedro Fernández Dittus, quien fuera el único condenado por el crimen contra Rodrigo Rojas Denegri y del el intento criminal contra Carmen Gloria Quintana, también por fuego, a los que se empapó con combustible y luego quemarlos en la vía pública. Este criminal es ahora un flamante Sostenedor de la Escuela José Arrieta (No. 172) en La Reina. La salida dominical de los casos condenados de quienes asesinaron a los "degollados", -Nattino, Parada y Guerrero, militantes por la justicia y libertad en Chile-, está en esa línea política mencionada. Son las cárceles de oro para los verdugos que usara la dictadura. Muy diferente es la realidad cuando se mira las razones de la represión. Gendarmería es sometida a un mando vertical. Aunque el reglamento de Gendarmería indique que ciertos derechos pueden o no entregarse, el enfoque es arbitrario y político. Las durísimas condiciones carcelarias de los "casos bombas", de la forma como se aplican los derechos carcelarios a los presos políticos Mapuche y a los criminales de lesa humanidad son muy, pero muy diferentes.

La persecución contra los presos Mapuche continúa en la cárcel. De partida ellos son detenidos, golpeados, sus familias violentadas en las peores formas -que incluyen tortura hasta de los niños- y sus juicios y condenas son hechos en completa violación del Debido derecho y manipulados con montajes y manipulaciones vergonzosas. Las órdenes que reciben los Alcaides son políticas y, así, los presos son trasladados, sus condiciones y trato empeora porque "la orden vino de arriba". Normalmente, se viola la ley y los reglamentos. Los presos políticos que luchan por la justicia y derechos humanos son humillados, maltratados y mantenidos en las cárceles bajo el sistema de múltiples detenciones, de acusaciones basadas en mentiras. Sin embargo, los verdaderos criminales contra la humanidad, autores de crímenes horrorosos, en su mayoría siguen libres y, los que han tenido juicios, mayoritariamente son sobreseídos o reciben condenas remitidas -quedan libres fácilmente- o se les facilita salidas que no corresponden a crímenes que insultan la condición humana.

Los gobiernos y gobernantes han demostrado colusión, como en los otros aspectos y características del modelo de injusticia y fraudes. Por eso los pueblos de Chile y la sociedad civil demuestran su rechazo y desprecio a este sistema que se vende como democrático pero que nadie lo puede aceptar.

La política oficialista (de la Concertación y de la Alianza) huelen a podrido. Las elecciones también. Una nueva Constitución, hecha democráticamente (es decir, no en el Parlamento sino hecha por todo el pueblo) es una forma de avanzar. Las luchas sociales por los derechos humanos fundamentales son las que permitirán esa justicia y democracia.

José Venturelli, Pediatra
Vocero del Secretariado Exterior de la Comisión Ética Contra la Tortura  (Chile)
Vocero Internacional del Departamento de Derechos Humanos del Colegio Médico de Chile

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