2010-12-01
José Venturelli
La crisis de una pretendida reforma educacional arrecia. Un gobierno de empresarios, ellos que usan “su imaginación” para aumentar ganancias, es cosa complicada si tratan de meterse en educación. Primero llegaron despidiendo a mucha gente: los que les podían hacer oposición ideológica. Vienen con una mentalidad altamente fundamentalista. Los empresarios, -como Lavin y el mismo presidente- buscan siempre el aumento de sus fortunas, y por definición, quieren que la gente les sea obediente. Un problema de clases, de quien manda y quien obedece. Por ninguna razón formar estudiantes críticos y capaces de pensar, de buscar nuevas soluciones, es decir, que sean educados.
La educación, en su más puro sentido social es liberadora: quienes estudian deben encontrar los instrumentos, el apoyo, la facilitación para ser críticos, para analizar y buscar modificar lo que no funciona... En Chile quienes viven en la inequidad, con injusticias, con trabajos inseguros y con salarios miserables y cuyos derechos fundamentales no son respetados, “no necesitan educación”, piensan los patrones del sistema. No quieren establecer una educación que busque justicia ni que se base en los problemas reales y en su solución, es decir, en poder definir las competencias que la sociedad necesita para mejorar. Aquí se baila la música de un sistema que es financiero, especulativo y mercenario.
Al estudiante se le debe facilitar el poder construir su conocimiento y en la práctica integrar información y habilidades y saber usar fuentes diversas. Esta es una razón porque las áreas sociales, integradoras, del conocimiento social se eliminan: Chile no es un país que institucionalmente promueva la equidad sino su opuesto. Por obra y gracia de la dictadura y de la pésima actitud de los gobiernos post-Pinochet (éste gobierno incluido) la educación se transformó en un negocio. De allí que financistas, especuladores, manipuladores de la información solo se preocupen de transferir cierta información y no de educar. Educar implica formar, aprender a pensar, desarrollar la capacidad crítica, aprender a aprender, saber resolver problemas. Lo actual no incluye mejorar el medio social ni las condiciones de injusticia que destruyen el país (el medio ambiente y el futuro), tampoco poder saber integrar los recursos humanos (promover equidad) y liberar la sociedad (asegurar justicia). Porque en esencia, como lo plantea Paulo Freire y los que entienden de educación, educar es, fundamentalmente, poner en marcha un proceso liberador. Liberador de injusticias, de la pobreza, de la inequidad, de las malas condiciones de vida, de la ausencia de respeto... Es un proceso de construcción profundo que respeta al estudiante. Educar no es ni catequizar ni instruccionismo para memorizar: No. Debe liberar al ser humano y humanizar su sociedad en todos los niveles. No es elitismo. Un país que se permite tener un sistema educacional que discrimina al pobre, al Mapuche u otras etnias como se hace en Chile es indignante y nos debe avergonzar.
Bien: con esto como panorama de lo que debe ser la educación, ¿pueden los empresarios en el poder, -que pudieron enriquecerse en un medio donde los derechos de las personas estaban ausentes, sin equidad ni libertad de expresión y apoyados por una represión sin limitaciones-, hacer una reforma educacional intenciones liberadoras, formativa y donde docentes y estudiantes participen de sus procesos de formación para la vida? Y no de instruccionismo puro, entrenamiento, obediencia, exámenes sin valor predictivo. ¿Sirven los exámenes, la PSU, para mejorar o sólo piden capacidad de repetir la información recibida? Porque de integración, capacidad analítica y crítica no hay un solo elemento. No es extraño que teniendo Ministros empresarios antes y ahora tengamos hoy un país lleno de negociantes educacionales: “boliches chicos o grandes” que preparan para pasar la Prueba de Selección Universitaria, que no educan: entrenan… Para la mayoría ni siquiera le permiten pasar un examen cuyo valor no es educacional sino de exclusión. Es un gran negocio que excluye, margina a una mayoría que debe ser obediente. Así, la ganancia (de algunos) es la única meta que esta sociedad impone. Exámenes-colador para el pueblo, porque los privilegiados, “los que van a mandar en el sistema” tienen educación asegurada. Son exámenes que fuerzan, a los que no tienen dinero para las necesidades básicas (es decir, derechos fundamentales sociales donde debe estar incluida la educación) y que se lo pasan en las escuelas más mediocres del país -mediocres por diseño social- a pagar para que los entrenen a no pasar esas pruebas socialmente discriminatorias y de exclusión. Luego viene el no poder matricularse por el hecho de que la educación es un negocio, nuevamente, y quien no puede pagar… que se joda. Negocios redondos.
La limitación de las ciencias sociales, va de la mano con el empeño de impedir formar una memoria histórica. La historia represiva de antes y de ahora se esconde en presupuestos oficiales que justifican la historia represiva.
Mientras el negocio sea el objetivo central, la educación no puede sino ser represiva, mezquina, individualista y clasista. El modelo se reproduce de modo fanático, contrario a la formación liberadora, crítica, responsable y fraternal que se necesita. La educación necesaria, moderna y liberadora está sitiada y reprimida porque implicaría buscar cambios urgentes que son necesarios... y peligrosos para el establecimiento. Calidad, eficiencia, equidad y ser un derecho son metas educacionales. Y los chilenos lo reconocen en sus luchas contra la idea de una educación-negociado que garantice un Chile que controla y otro, el mayoritario, que sea controlado. La Democracia no es parte de este modelito del duo Lavin-Piñera, ellos mismos modelitos de lo que no debe ser el futuro ciudadano chileno. Se debe tener en mente mejorar la calidad de nuestros ciudadanos.
Dr. José Venturelli, Vocero CECT-SE
Profesor Emérito, Universidad de McMaster, Canadá
Consultor en educación para las profesiones de la salud.
30 de Noviembre de; 2010
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