Un mensaje interesante [1]
para un país cuyas clases que controlan el Estado y los aspectos
socio-económicos en forma histórica, desde la mal llamada Independencia. Digo
mal llamada, por haber dejado fuera, precisamente, a los pueblos originales
porque fueron declarados enemigos y ajenos, distintos, flojos, borrachos, etc.
Los habitantes originales han sido discriminados históricamente y, por ello, se
les ha perseguido (para así despojarlos "justificadamente", de sus
tierras, cultura, derechos. (y encerrados en cárceles gracias a una falsa
justicia y a esta Constitución ilegítima que no será eterna).
El "incidente" ocurre precisamente en Antofagasta, territorio que Chile, guste o no, fue el producto de una asalto chileno por orden del Imperio Británico que quería mantener control total del salitre. En estos días hay unas querellas contra el magnate Ponce Leroux, quien, curiosamente, recibió sus fortunas en ese mismo norte "de Chile" de manos de su protector, su suegro Pinochet y que sólo ahora son denunciadas abiertamente con posible éxito. El mismo Ponce Leroux, es quien se hizo dueño de Tocopilla y la envenena y, antes, -se le ha acusado insistentemente pero sin éxito por la acción protectora del suegro- fue parte de los que facilitaban tierras, en la frontera sur con Argentina, para que las dictaduras militares se intercambiaran presos políticos que luego hacían para desaparecer...
Chile, es con justicia, -por las acciones de sus gobiernos, identificado como el país que tiende a creerse mejor que sus vecinos. Eso en términos normales, se llama ser alienado. Y no es que el chileno sea alienado de por sí, sino porque en la historia el control de la información y la manipulación de ésta ha sido siempre controlado por los poderes socio-económicos y, detrás de ellos, por si no funciona, están las fuerzas represivas.
No es casualidad que se den manifestaciones de intolerancia en este paisito nuestro. La dictadura estableció la intolerancia y la ensalzó como norma: bastaba dar un rótulo a una persona y ya era posible asesinarla, desaparecerla y sentirse héroe. Esos fueron los crímenes de la Operación Colombo y el Plan Cóndor, cuyos criminales, en su mayoría siguen libres.
Pero el carácter discriminatorio se ve en todos lados. Acusar de terrorista, en Chile, es la forma de excluir a quienes protestan por algo; a las personas que tengan actitudes de género distintas "de la norma", se las maltrata, discrimina. Ha habido gobiernos que "hacían limpiezas". No solo con la dictadura y muchos de sus seguidores, también en el gobierno dictatorial del llamado "Paco" Carlos Ibáñez: a quienes hoy son llamados gay (y excluidos), como a los presos políticos, se les metía en sacos –vivos o muertos- y se les tiraba, con piedras y fierros al fondo del mar. (Práctica que la dictadura de Pinochet llevó a cabo sin que se le arrugara la cara, llamándola Operación "Retiro de los Televisores")
Los Nazis perseguían a los extranjeros... Y, durante los 40 años más recientes de nuestra historia, oficialmente se ha tratado de esconder los crímenes por discriminación y exclusión. El que recién la sociedad civil chilena logre oponerse con éxito (porque el rechazo a la represión viene desde el acto de respetabilidad humana de Salvador Allende y de miles de otros) y empiecen a haber sentencias contra los "homofóbicos" es porque la sociedad civil chilena ha madurado, le ha perdido el miedo a la represión y a ese sentido (asqueroso) de patriotismo impuesto, gratuito, racista, mesiánico que se usa para excluir y expresa el fascismo cotidiano. Ese insulto social tan bien expresado por el dictador y sus seguidores… “ a los que no le tiembla la mano”, como escuchamos nuevamente en la campaña electoral" sin destino otro que mantener el modelo.
No olvidemos que los dos emblemas chilenos, patrioteros, que nos tratan de hacer aceptar: Uno, "Por la razón o la fuerza", que históricamente ha tenido nada de lo primero y sólo lo segundo; y el otro: "O el asilo contra la opresión", salvo excepciones... y no en los últimos 40 años, los chilenos lo aprendieron de los países que entendieron que era importante ofrecer asilo a los perseguidos de Chile. Ell único punto que sí respetaron fue esa frasesita de “que la tumba será de los libres”. Es decir, que sí asesinarían a quienes quisieran un país libre y que todavía no aparecen por la cobardía de quienes tienen esa información.
Agradezco a Ana Piquer por recordarnos que el racismo, las fobias nacionalistas, esos intentos de linchamiento "muy racionales" son males sociales graves, generalmente programables por intereses creados y que obedecen a intereses odiosos. Y a esa enfermedad del lucro que defienden desde la Moneda hasta los confines del país, que sea en Aysén, el Wallmapu (Llamado por españoles, Araucanía) o en Antofagasta. La memoria histórica, aunque no le guste hoy a los presidentes de turno, debe ser enseñada en las escuelas. Así nos evitaremos problemas de intolerancia y abuso.
[1] Ver este artículo “Los derechos Humanos no tienen nacionalidad”, de Ana
Piquer (Amnistía Internacional . Chile) http://blogs.cooperativa.cl/opinion/derechos-humanos/20131024151824/los-derechos-humanos-no-tienen-nacionalidad/
El artículo denunciaba actitudes
de intolerancias y justificación de actos acusatorios, de ataques y de fabricar
chivos expiatorios entre inmigrantes, en Antofagasta para los muchos problemas de un país sin
equidad.
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