¿Tiene solución el empantanamiento del Estado chileno y de su gobierno?
¡No, absolutamente, no la tiene!
José Venturelli 3 de Julio del 2011
Una brevísima, y caricaturesca historia reciente de nestro caricaturesco país nos muestra... Sí, un país herido por la brutalidad. Sus orígenes y sus soluciones prácticas cumplieron premisas que encarcelaron su propia incapacidad para ofrecer soluciones. Los poderosos encarcelaron y condenaron a perpetuidad una forma de vivir y por casi cuarenta años dieron a la (in)justicia un carácter sanador, que lo explicaba y justifica todo. De allí que impidan, por todos los medios, tener memoriales del crimen, por que implican justicia.
En efecto, los que hoy gobiernan aún creen en el carácter sanador de la represión. Partieron creyendo en venganzas y violencia correctoras. Como actuaba y les enseñaba su mentor, el castigo era un acto superior para probar su razón (y para eliminar a quien no quisiera entender). El dictador lo decía: “Se mata la perra, se acaba la leva…” El sistema partió con una violencia que creyeron resolvería todo. Todos los crímenes fueron, en su análisis, explicados en el carácter demoníaco del “enemigo definido”, y en el uso permanente de no usar explicaciones alternativas: “tenemos la razón porque la tenemos”. Se justificaron en el rigor de su compromiso mesiánico, fundamentalista y mercenario.
Mesiánico: El tirano no era inteligente… lo sabemos. Pero creía tener la razón y era tozudo. Mala mezcla, pero Pinochet se impuso por la fuerza bruta: tenía la certeza de que el miedo es una fuerza poderosa. Y él un salvador. Y la usó sin medida alguna… El que me obedece y me sigue, saldrá recompensado. Él era la fuerza predecible: O hacen como digo o los elimino. “En este país no se mueve una hoja sin que yo lo decida”. Además del látigo criminal, usó la zanahoria. Y si no lo recuerdan… recuerden: de las (ya disminuidas) 10 millones de hectáreas mapuche, la dictadura dejó 500.000 para una población superior al millón de personas. Por eso la migración masiva y la pobreza infamante. Y las demandas justas y sus luchas sociales respetadas y reconocidas por el mundo. El resto se los pasó a las fortunas que hoy concentran las forestales y el país. Las que lo apoyaron y hoy golpean la mesa hasta en los Tribunales de Justicia para asegurar que “su justicia” mantiene los beneficios obtenidos de manos del dictador mismo. Un pacto auto-justificado: si nos va tan bien a nosotros, esto tiene que ser bueno. Por eso, al Mapuche lo quieren preso. Los que se oponen, dicen, son flojos, ladrones y, en el mejor de los casos, de mentalidades terroristas. Todo opositor un terrorista: obreros, mapuche, jóvenes, estudiantes, eco-terroristas, terroristas por complicidad. Terroristas por todos lados. Y en esa verborrea sellaron un principio de acción eterno que los ha condenado. No tienen solución para un problema llamado Chile. Hay un ministerio justificador de la represión que no sabe otra cosa.
Fundamentalista: Nada distinto es aceptable. Racistas por intolerantes. Tenemos la razón en todo, quien se oponga es nuestro enemigo mortal … y lo destruiremos… porque tenemos la razón y la fuerza. (Leían sus emblemas: “Por la razón o la fuerza” emblema que es demasiado simple para que un fundamentalista pudiese entenderlo bien. El problema de ellos no era dialogar sino obedecer y nada más. Dialogar era peligroso y el tirano no sabía hacerlo. La fuerza, siempre la fuerza: desde el primer día, sonaba la voz irritada e irritante de Pinochet cuando dice que van a negociar con el Presidente: “A él y a su familia los subimos a un avión para mandarlos para fuera… pero el avión se cae” (La grabación no logra esconder de que se ríe al decirlo) Ese fue el estilo de partida y por 17 años. Sin parar. Y los que son hoy fueron los obedecían, aplaudían e iban amasando.
Mercenario… Basó todos los principios sociales y económicos en la justificación de que los “superiores” merecían la recompensa. Y recompensó a quienes lo adulaban: nadie de su familia “quedó pobre”. Hasta su yerno, Ponce Leroux, sacó torrejas enormes de la torta a repartirse (Fundos en el sur, la Sociedad Química y Minera que sigue expoliando a los trabajadores del salitre, e incluo rebalsa a Bolivia, polutando a rabiar la ciudad de Tocopilla que es una herida en el rostro del norte y todavía de rodillas por un terremoto. Muestren “colaboradores” y encontraremos fortunas sin medida. Y para obtener apoyos en el exterior se ganó el apoyo automático del imperio y de los inversionistas más desembozados. Como había un país entero, tuvo muchas riquezas para repartir y el “éxito” conocido: un país bajo el silencio de muertes justificadas, de una “ideología mesiánica” que le permitió hacer una Constitución que tocaba a todo lo que permitía enriquecer a algunos y enterrar a muchos, literalmente, de modo impune (mediante fuerzas armadas y policiales más una “justicia” obsecuente y militante). El primer año, con sus medidas de “choque” produjeron una inflación del 800% que partió aún más la torta. Aumentó la miseria y la pobreza crecía en la misma proporción que algunos se enriquecían. Y reventó la base modesta pero significativa industrial. Los mercenarios justificaban todo: “el que no tiene, no obtiene,” “el que no paga, se jode, por flojo e indolente”. Y el capitán general, repetía que al que no le gustase “era por ser mal chilenos” y ofrecía su terapia infalible: “no nos va a temblar la mano”.
De ese modo, Chile se pobló de cementerios clandestinos, de desaparecidos, de gente perseguida, desempleados, de huérfanos… y de héroes de farándulas dieciocheras y de magnates que se iban a codear con los grandes del mundo, mostrando sus millonadas mal habidas. Sí, mal habidas, por haber sido al amparo de la represión y del sometimiento de todo un país, de todos sus pueblos, y a los que no dudaron en declararles una guerra sucia. Quedaba como trasfondo la corrupción que, inicialmente, por poderosa, nadie quería notar. Y así fueron creciendo las fortunas que hoy mueven las piezas del tablero… (aunque hoy en forma cada vez más torpe porque 2011 no es 1973) Cada vez más se les nota la viga en su ojo. Sus frases altisonantes ya no convencen y las de sus seguidores y vástagos suenan como chirridos, disonantes. Han perdido el factor miedo bastante enraizado en la gente pero ya no tiene esa “fuerza terapéutica” que le atribuyeran a la represión. Sigamos recordando… en el presente: Hablaba el Presidente, un 29 de marzo del 2010, “nuevecito” en el cargo, de que “es bueno que se le tenga miedo a nuestras fuerzas del orden” que es la pieza central de una estrategia que sostiene todo el aparato… del aparato mercenario. Y para demostrarlo aumenta dotaciones represivas, compra pertrechos y armas para el interior y, para los vecinos, se sigue como durante los casi cuarenta años, con las compras de armas para un estado arrogante. La estructura del poder militar, sin embargo sigue exigiendo impunidad… Este mismo Presidente se las promete en campaña electoral y las entrega con la misma colusión del Poder Judicial, con ese barco insignia: la Corte Suprema que “aplica” la ley, su ley. La Constitución del dictador y de su exégeta de inteligencia maquiavélica, Jaime Guzmán. Allí amontonan (si no inspiración) por lo menos un “colchón” inmundo de leyes verdaderamente malvadas. (Los “diplomáticos chilenos”, justificaban los crímenes contra el pueblo Mapuche, diciendo “Chile es un estado de Derecho (derecha, probablemente), de que la ley es sacrosanta y se cumple (para el terremoto del 2010, en un Chile donde se supone no hay pena de muerte, matan a los presos que, entre los muros caídos y amenzantes, tratan de salvar sus vidas) nos dice el Ministro de Justicia, -aún “concertado”-, orgulloso y perfectamente imbécil de soberbia (¡Otro crimen impune!). Y los asesinados mapuche por la represión siguen igualmente tan impunes como bajo el tirano: La “negociación” implicaba “no se le tocará un pelo a ninguno de mis hombres” y eso sí que lo han cumplido… Constitución mediante) Por otro lado, las leyes servían para suavizar los primeros escándalos fraudulentos de las farmacias, ya en este mundo Piñerista”, con un presidente-piloto-de-helicóptero, buceador-de-minas y dueño-de-aviones-inmensos gracias a negocios especulativos. Entre los beneficiados por el escándalo de las “no tan sanadoras farmacias”, donde hasta el presidente tiene “acciones” nos damos cuenta de que la “reforma laguista” de la “Constitución” había quitado toda responsabilidad a los beneficados del negocio, indicando que ellos no eran culpables. [Constitución hoy llamada “de Lagos” porque era algo vergonzante seguir llamándola de Pinochet, pese a ser una versión dizque mejorada de la primera] Es decir, no puede haber cárcel para ellos, como en cualquier país mediana o cínicamente democrático, porque “la Constitución” no lo permite. Es la misma Carta Magna que a los pocos criminales de lesa humanidad (inamnistiables, no indultables por la magnitud del crimen) libera y, por otro lado, aquellos que exigen el retorno de sus tierras usurpadas en el pasado distante e inmediato, pinochetino, se aseguran de encarcerlar, usando tortura, represión desmedida, cárceles inmundas e inhumanas. Y si se les pasa la mano, y les dan muerte, también los “héroes” quedarían impunes. Para eso están las leyes, nos insisten: “para que se cumplan”.
Tanta es la inercia de comprar armas que hasta el mismo dictador “cae preso” en su viaje a Inglaterra, donde sacaría muchos millones de dólares como intermediario directo de compras de naves de guerra en ese país. Idéntica a los “pinocheques” que sobreseyó a su hijo con una amenaza de nuevo golpe en 1993. Le pasó, siendo gorila, el mismo problema que cuenta Cocorí, un libro infantil de un tico-chileno. Hay un mono ladrón (de comida) que no logra sacar el puño con su botín porque la calabaza es de boca pequeña. Su avaricia no le permitió abrir la mano… Y así cayó preso, para alegría del mundo y para terminar con el mito imbécil de que por definición la autoridad es signo de respetabilidad. No, ahora hasta los estudiantes exigen que la autoridad debe demostrar su calidad. No basta ser empresario y millonario (ya o por hacérse) Y si no, pregúntenle a los Lavin, a una ex-intendenta culpable que, por supuesto, fue sobreseída por su corte suprema, y a muchos otros empresarios que ya no son tan intocables. La caída de nuestro mono de Cocorí -mucho menos inocente, seguro- vaya que sirvió para educar a un pueblo que despertó de su miedo y del letargo impuesto, el que era arrullado por tanto coludido… Los mismos que en el camino se enriquecían, intocables también, bajo los preceptos de la “transición pactada”.
Como dicen en México, el desmadre chileno en la economía, en la educación, en la salud, en la minería y en cuanta actividad humana exista no tiene salida. Ninguna. La idea de que nos gobierna la especulación y “el respeto” al poder establecido por el dinero, ya no da para más. Y eso no lo entiende el gobierno ni el Estado.
Los lemas que aún tratan de mantener, los mitos de una dictadura que se muere y una democracia que ya no sólo bosteza, sino que salió y grita en calle y en las conciencias, han tomado el frente de la expresión social y humana de Chile. Cada grupo crece en su propio reconocimiento como actor y con derechos. Con derecho a tener derechos. Desde los Mapuche hasta los estudiantes, trabajadores de todo tipo, juventud que se atreve a pensar aunque los encarcelen con mentiras y con supuestas bombas. Y también los más viejos, testigos de este Chile que pretende ser país respetable sin serlo, han sacado el habla.
Sí, no hay solución para este estado y sus gobiernos justificatorios, represivos y armados hasta los dientes, con represores y leyes inmorales, con Cortes comprometidas con sus intereses. Mientras la educación siga siendo para lucrar (ministro dueño de universidad), y la salud (ministro gerente general de la mayor clínica) , y los minerales (El Clan Luksic posee la mina más grande de cobre del mundo), y el mar (con dueños) y el agua (privatizada); y también del sol, la lluvia y la esperanza. Mientras sea así, todo para lucrar, NO HAY SOLUCIÓN NI SALIDA. ¿Qué puede esperar una juventud cuyos padres se endeudan hasta la miseria, para recibir una pésima educación y ser cesantes reales o escondidos?
Una sociedad mercenaria y tiránica, llena de mentiras y gobernada por mentirosos no sirve. Sin embargo, hay que volver a educar y respetar al que aprende, que es el futuro. Al que necesita salud a que sea respetado por, simplemente, ser. Y no por sus fortunas en clínicas pretendidamente cinco-estrellas. Sí hay solución para que la energía reconforte el futuro y los hogares y sea la que preserve el mundo y no las acciones de los especuladores y de los bancos (hoy convertidos en lugares sacrosantos para los que se montan todas las fuerzas policiales de la impudicia social) Pero requiere sacar el lucro y poner en su lugar la ética, la fraternidad y la justicia. A terminar con la destrucción del medio ambiente… que no es nuestro sino de todos, especialmente de las generaciones futuras a las que le hemos estado destruyendo incluso, la posibilidad de vivir. Y, como los indignados españoles, ponen el dedo en la necesidad absoluta, fundamental, de tener una Asamblea Constituyente de donde emanarán las leyes domocráticas, justas. Respetables por que lo son y no porque nos las han impuesto a robo y fuego, a tortura y sangre, con especulaciones y desaparecidos, con Cortes cómplices y arrogantes, impunes. Imitando a un presidente de EEUU, cualquiera, al asesinado lo llaman “daño colateral”. Por eso, de banqueros ahitos y amenazantes de pronósticos justificadores de que un salario ético, digno, es peligroso ya tenemos suficiente. ¡Bastaaaa!
Y para aquellos que buscan “volver a recalentarse al sol”, politiqueros electoralistas, representantes de nada y justificadores de todo, vaya también un claro mensaje: todo con la dignidad y la justicia para todos: nada para los inmorales y represores. El país, a todos los niveles requiere justicia y reparación… Pongamos la potencial fortuna del país para fines decentes, respetables, útiles. Por mucho que “sus canales” (sin visión y como el 13, fatalitos) no cuenten la verdad… pues bien, la verdad siempre ha estado acá y, esta vez, sin malabarismos ni encantadores de culebras que hoy lo añoran y ayer comían con el augusto y perverso amo, Mefistófeles. Este neopinochetismo viene moribundo, aunque hace daño, como siempre.
Porque se debe acabar esto de “llegar y llevar” que mantenía el sistema de los saurios políticos. El super escándalo de “La Polar” -y su confraternidad mercenaria, donde vimos muchos empresarios y malabaristas de créditos infinitos, hoy gobernantes- parece premonitorio… Y si no, que mejor se lo crean.
Curiosamente hoy caminan los jóvenes, los estudiantes, los trabajadores y el pueblo Mapuche en su visión, y todos los pueblos originarios, con los pobladores y los ancianos, los sin reajuste y pobres -que hacen mayoría de nuestro rico pero empobrecido país y que serán reajustados porque se puede y se debe si impedimos seguir cebándose a los que lo prohíben. Pues bien, todos ellos se han ido tomando y abriendo las grandes avenidas por donde pase ese ser humano soñado que quiere un país para todos, decente, ético y justo. Son sueños que sí se pueden y deben cumplir, a pesar de los impúdicos cerebrillos mercuriales. ¿Cómo no va a ser inspirador ver que son los jóvenes los que sacan la palabra LUCRO de la educación, la que fuera puesta por el dictador y mantenida por los presidentes y sus ministros de educación?
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