Wednesday, December 19, 2012

La historia de Chile es manipulada a diario: Los montajes y los juicios oficiales.

Las detenciones de jóvenes mapuche, la violencia y los juicios montados son parte de un "Estado de Derecho" represivo. No lo que el presidente pretende en sus viajes

 

Una visita a Angol.


Empecemos con lo reciente:  Ir a la escuela en Araucanía: Nada puede ser menos normal



Son las 7 de la mañana y Daniel Levinao va a clases. Su bus no llega: hay un operativo policial masivo y los buses no pasan. El joven regresa a su casa y, luego, va a ver a su abuela. Y se ve envuelto en un ataque frontal de Carabineros contra su comunidad. Llegan por tierra y cielo. Viene un general que quiere hacer historia. Es lógico, hay un montaje general. Los cielos azules y la primavera revientan en luz y colores, podrían haber sido mejor… pero la zona de Wente Winkul Mapu es considerada “enemiga”, por el Estado.

Recuerdo haber conocido a Daniel unas semanas después de ser detenido el 2 de noviembre, el día que sus acusadores, enemigos imaginarios, le habían dado una enorme golpiza, una vez  maniatado. Fue una demostración de oficio de un general a sus obedientes asociados. Esta violencia injustificada, de desprecio y racismo cotidiano, se transformó en una acusación hecha por la defensa de los comuneros. Efectivamente, el general Iván Bezmalinovic, Jefe de la IXa. Región es quien golpeó a Daniel y a su hermano Mapuche, Paulino Levipan. Tuve la oportunidad de examinarlos en la cárcel de Angol y, unas tres semanas más tarde, aún tenían las marcas de los golpes. Golpear a un Mapuche es para la policía un acto normal, que les sale espontáneo.  La golpiza, que fue real, quedó en nada: para ello se encargaron de cursarla en la “Justicia Militar” que pone el timbre de impunidad en forma rutinaria a todos los abusos contra civiles. “Si no entienden”, justifican… Los que no quieren entender son los que no respetan sus derechos, su historia, su cultura. Y, porque fueron despojados de todo, el Estado se justifica con su violencia.  

Pude observar el 17 de diciembre, hace dos días, que al Tribunal  llegó Daniel muy custodiado desde la cárcel de Angol, donde ya lleva más de un año preso y condenado por 12 años por crímenes que ni sucedieron y en los cuales él no tuvo acción alguna. Tan grotesco ha sido el juicio que la Corte Suprema ha indicado que debe repetirse porque no hubo garantías. El boato oficialista promete “Declarar y decidir la verdad y solo la verdad”: solo hay “testigos” que son carabineros. Es decir, estos auto-designados héroes, que arriesgaron sus vidas, ahora acusan y exigen las condenas que se les ocurre. Había allí carabineros de todos los tipos: GOPE, Fuerzas Especiales, pilotos, grupo de blindados, tenientes, capitanes… y todos, cada vez que se refieren a su héroe, hablan de “su general”. Lo hacen con ese servilismo impuesto, obligatorio cuando no se deja opción sino para obedecer. Como si buscaran otro hueso. Una forma de mover, dócilmente, la cola. “Mi general lo vio desde el helicóptero como disparó con el arma”, “lo vimos desde el helicóptero e hicimos maniobras para evitar los impactos”, “mi general se bajó con dos funcionarios del GOPE a perseguirlo” y más tarde, ”mi general, frente a él, lo vio cómo, con la misma pistola Smith y Wesson, le iba a quitar su vida” pero… (pero, como en las películas de mala calidad) “la pistola se trancó” y, entonces, “mi general lo logró detener” (le faltaba decir, “como hacen los héroes, para salvación de este mundo y del otro”).  Parece un “realismo mágico” de mala calidad, pero con peores intenciones…  Sabemos, por los peritajes, que la pistola nunca fue disparada ni fue propiedad de los inculpados.  

Un espectáculo deplorable de una farsa triunfalista y abusiva. Luego de esa frondosa y arrogante actitud de matones invencibles, el primer día, los vi llegar al restaurant, sonrientes, el general adelante, por supuesto, subiendo los peldaños de dos en dos. Los demás tras ÉL, y lo observaron cómo daba abrazos al primero que se le acercó. Era el triunfo total. Creían. 

Era un cuadro en el que un joven, recién salido de la adolescencia, preso, torturado indefenso, amarrado por los mismos que lo acusan de ser, él,  “un terrorista y que merece todos los infiernos”.  Daniel sentía no tener posibilidad alguna. Conversé con él antes del juicio: tiene claro que por las amenazas y forma como ha sido tratado se le augura una vida de acoso, de persecución, de pesadillas. Se sentía solo ante la fuerza (del mal, diría yo). Él, que quería estudiar un nivel técnico, se veía, pese a que la Corte Suprema le había dado una leve posibilidad, de ser encerrado de por vida – es decir, por 12 años. Como bien conoce la historia de su pueblo a manos del Estado chileno, sabe que las detenciones antojadizas son una norma para excluir al Mapuche. Y mientras no exista justicia su razonamiento es justo. Y eso, como a cualquier joven, le aterra. 

Sin embargo, pese a que Daniel debe ser liberado, (inmediatamente, si hubiese ley justas), él sigue en la cárcel por un problema técnico-legal, que no cambia el hecho de que no es el terrorista que pretendían y no pudieron demostrar nada. Pero el diseño del sistema es que el abuso y la duda, cuando se las necesita, están allí y siempre: en la duda (que en este caso es mucho más que razonable. Hay certeza de que el arma base de la acusación, Daniel no la usó. Pero, como dice el infame dicho, “el mejor mapuche es el mapuche preso”… O, como sucede con las justificaciones inmorales que conocemos, es el Mapuche muerto, impunemente. (Que es el caso de Jaime Mendoza Collío y del joven Rodrigo Cisternas, que en operativos dirigidos por el mismo General Bezmalinovic, fueran asesinados. Impunemente) 


¿Y a esto se le llama justicia?  Un aparato aceitado para reprimir y auto justificarse. Es lo que vemos: prevaricación pura y simple de un sistema hecho para asegurar que el despojo sea eterno y creciente.

Definitivamente, en la Araucanía los estudiantes, en todos los grupos de edad, corren grandes riesgos para ir a los malos colegios que el Apartheid chileno ofrece. Son detenidos adentro y afuera de ellos. Y así se inicia ese ciclo vergonzoso de encarcelamientos, golpes, destrucción de sus vidas y uso de la puerta giratoria carcelaria que los mete, saca y vuelve a meter en esos centros donde se los encierra y donde las condiciones de vida son sub-humanas. Allí tampoco tienen derechos: No se les da la oportunidad de educarse. Sólo les quedan las huelgas de hambre que hacen en este sistema injusto para clamar una justicia que no llega. Porque este cepo, establecido por una Constitución inmoral e ilegítima, hecha en dictadura, sigue normando las vidas de Chile. Por eso, pese a que no hay razones de culpabilidad alguna, hay que ver la forma para que sea realmente liberado. Sus abogados buscan como. Daniel, sigue, como todo su pueblo, “libre” de culpa pero aún preso por un Estado que no lo respeta. Seguiremos escuchando el clamor por sus derechos humanos que el Estado y gobiernos violan usando los diversos mecanismos de una “guerra sucia de baja intensidad”. Y que, para los que realmente la sufren, no es tan baja: es una existencia en la pobreza, en la discriminación y en el despojo. En jóvenes excluidos, niños humillados y una constante violencia que vemos y denunciamos… ante autoridades sordas que respetan solo a magnates. 

Para no olvidar: Cada vez que se miente se impide mantener la memoria histórica y la justicia.

La historia de Daniel es para seguirla hasta que haya justicia. Como tampoco podemos olvidar que en Chile, la ausencia de memoria histórica es parte del sistema, también la "justicia". Mal hechas por diseño. Para ello vale la pena ver: http://piketejuridico.blogspot.com/2011/07/pedro-enrique-fernandez-dittus-asesino.html lo  relativo a uno de los crímenes políticos más atroces de nuestra historia.   El oficial Pedro Fernández Dittus, el “único criminal que fue condenado por la muerte de Rodrigo Andrés Rojas de Negri, de 19 años de edad y las lesiones y quemaduras de Carmen Gloria Quintana”, es hoy sostenedor, por aprobación del gobierno actual, de la Escuela José Arrieta 172, de La Reina. 

“Ambos jóvenes fueron roseados con bencina y luego les prendieron fuego, posteriormente sus cuerpos fueron abandonados y solamente Carmen Gloria logro salvar con vida, quedando su cuerpo marcado de por vida por las quemaduras recibidas.”

“El Capitán de ejercito fue encontrado culpable y fue condenado por este crimen con la burlesca condena de 600 días.”

“Recientemente el ex capitán de ejército Pedro Fernández Dittus fue habilitado legalmente para convertirse en sostenedor de la escuela 712 José Arrieta de la comuna de La Reina. Este gobierno y los sistemas judiciales nada han hecho.”

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