Una visita a Angol.
Empecemos con lo reciente: Ir a la escuela en Araucanía: Nada puede ser menos normal
Son las 7 de la mañana y Daniel Levinao va a clases. Su bus no llega: hay un operativo policial masivo y los buses no pasan. El joven regresa a su casa y, luego, va a ver a su abuela. Y se ve envuelto en un ataque frontal de Carabineros contra su comunidad. Llegan por tierra y cielo. Viene un general que quiere hacer historia. Es lógico, hay un montaje general. Los cielos azules y la primavera revientan en luz y colores, podrían haber sido mejor… pero la zona de Wente Winkul Mapu es considerada “enemiga”, por el Estado.
Recuerdo haber conocido a Daniel unas semanas después de ser
detenido el 2 de noviembre, el día que sus acusadores, enemigos imaginarios, le
habían dado una enorme golpiza, una vez maniatado. Fue una demostración de oficio de
un general a sus obedientes asociados. Esta violencia injustificada, de
desprecio y racismo cotidiano, se transformó en una acusación hecha por la
defensa de los comuneros. Efectivamente, el general Iván Bezmalinovic, Jefe de
la IXa. Región es quien golpeó a Daniel y a su hermano Mapuche, Paulino Levipan.
Tuve la oportunidad de examinarlos en la cárcel de Angol y, unas tres semanas
más tarde, aún tenían las marcas de los golpes. Golpear a un Mapuche es para la
policía un acto normal, que les sale espontáneo. La golpiza, que fue real, quedó en nada:
para ello se encargaron de cursarla en la “Justicia Militar” que pone el timbre
de impunidad en forma rutinaria a todos los abusos contra civiles. “Si no
entienden”, justifican… Los que no quieren entender son los que no respetan sus
derechos, su historia, su cultura. Y, porque fueron despojados de todo, el
Estado se justifica con su violencia.
Pude observar el 17 de diciembre, hace dos días, que al Tribunal llegó Daniel muy custodiado desde la cárcel
de Angol, donde ya lleva más de un año preso y condenado por 12 años por
crímenes que ni sucedieron y en los cuales él no tuvo acción alguna. Tan
grotesco ha sido el juicio que la Corte Suprema ha indicado que debe repetirse
porque no hubo garantías. El boato oficialista promete “Declarar y decidir la
verdad y solo la verdad”: solo hay “testigos” que son carabineros. Es decir,
estos auto-designados héroes, que arriesgaron sus vidas, ahora acusan y exigen
las condenas que se les ocurre. Había allí carabineros de todos los tipos:
GOPE, Fuerzas Especiales, pilotos, grupo de blindados, tenientes, capitanes… y
todos, cada vez que se refieren a su héroe, hablan de “su general”. Lo hacen
con ese servilismo impuesto, obligatorio cuando no se deja opción sino para
obedecer. Como si buscaran otro hueso. Una forma de mover, dócilmente, la cola.
“Mi general lo vio desde el helicóptero como disparó con el arma”, “lo vimos
desde el helicóptero e hicimos maniobras para evitar los impactos”, “mi general
se bajó con dos funcionarios del GOPE a perseguirlo” y más tarde, ”mi general,
frente a él, lo vio cómo, con la misma pistola Smith y Wesson, le iba a quitar
su vida” pero… (pero, como en las películas de mala calidad) “la pistola se
trancó” y, entonces, “mi general lo logró detener” (le faltaba decir, “como
hacen los héroes, para salvación de este mundo y del otro”). Parece un “realismo mágico” de mala calidad,
pero con peores intenciones… Sabemos,
por los peritajes, que la pistola nunca fue disparada ni fue propiedad de los
inculpados.
Un espectáculo deplorable de una farsa triunfalista y
abusiva. Luego de esa frondosa y arrogante actitud de matones invencibles, el
primer día, los vi llegar al restaurant, sonrientes, el general adelante, por
supuesto, subiendo los peldaños de dos en dos. Los demás tras ÉL, y lo observaron cómo daba abrazos
al primero que se le acercó. Era el triunfo total. Creían.
Era un cuadro en el que un joven, recién salido de la adolescencia,
preso, torturado indefenso, amarrado por los mismos que lo acusan de ser, él, “un terrorista y que merece todos los
infiernos”. Daniel sentía no tener
posibilidad alguna. Conversé con él antes del juicio: tiene claro que por las
amenazas y forma como ha sido tratado se le augura una vida de acoso, de persecución,
de pesadillas. Se sentía solo ante la fuerza (del mal, diría yo). Él, que
quería estudiar un nivel técnico, se veía, pese a que la Corte Suprema le había
dado una leve posibilidad, de ser encerrado de por vida – es decir, por 12
años. Como bien conoce la historia de su pueblo a manos del Estado chileno,
sabe que las detenciones antojadizas son una norma para excluir al Mapuche. Y
mientras no exista justicia su razonamiento es justo. Y eso, como a cualquier
joven, le aterra.
Sin embargo, pese a que Daniel debe ser liberado, (inmediatamente,
si hubiese ley justas), él sigue en la cárcel por un problema técnico-legal,
que no cambia el hecho de que no es el terrorista que pretendían y no pudieron demostrar
nada. Pero el diseño del sistema es que el abuso y la duda, cuando se las
necesita, están allí y siempre: en la duda (que en este caso es mucho más que
razonable. Hay certeza de que el arma base de la acusación, Daniel no la usó.
Pero, como dice el infame dicho, “el
mejor mapuche es el mapuche preso”… O, como sucede con las justificaciones
inmorales que conocemos, es el Mapuche muerto, impunemente. (Que es el caso de Jaime
Mendoza Collío y del joven Rodrigo Cisternas, que en operativos dirigidos por
el mismo General Bezmalinovic, fueran asesinados. Impunemente)
¿Y a esto se le llama
justicia? Un aparato aceitado para reprimir y auto
justificarse. Es lo que vemos: prevaricación pura y simple de un sistema hecho
para asegurar que el despojo sea eterno y creciente.
Definitivamente, en la Araucanía los estudiantes, en todos
los grupos de edad, corren grandes riesgos para ir a los malos colegios que el
Apartheid chileno ofrece. Son detenidos adentro y afuera de ellos. Y así se
inicia ese ciclo vergonzoso de encarcelamientos, golpes, destrucción de sus
vidas y uso de la puerta giratoria carcelaria que los mete, saca y vuelve a
meter en esos centros donde se los encierra y donde las condiciones de vida son
sub-humanas. Allí tampoco tienen derechos: No se les da la oportunidad de
educarse. Sólo les quedan las huelgas de hambre que hacen en este sistema
injusto para clamar una justicia que no llega. Porque este cepo, establecido
por una Constitución inmoral e ilegítima, hecha en dictadura, sigue normando
las vidas de Chile. Por eso, pese a que no hay razones de culpabilidad alguna,
hay que ver la forma para que sea realmente liberado. Sus abogados buscan como.
Daniel, sigue, como todo su pueblo, “libre” de culpa pero aún preso por un
Estado que no lo respeta. Seguiremos escuchando el clamor por sus derechos humanos
que el Estado y gobiernos violan usando los diversos mecanismos de una “guerra
sucia de baja intensidad”. Y que, para los que realmente la sufren, no es tan
baja: es una existencia en la pobreza, en la discriminación y en el despojo. En
jóvenes excluidos, niños humillados y una constante violencia que vemos y
denunciamos… ante autoridades sordas que respetan solo a magnates.
Para no olvidar: Cada
vez que se miente se impide mantener la memoria histórica y la justicia.
La historia de Daniel es para seguirla hasta que haya
justicia. Como tampoco podemos olvidar que en Chile, la ausencia de memoria histórica es parte del sistema, también la "justicia". Mal hechas por diseño. Para ello vale la pena ver: http://piketejuridico.blogspot.com/2011/07/pedro-enrique-fernandez-dittus-asesino.html
lo relativo a uno de los crímenes
políticos más atroces de nuestra historia. El oficial Pedro Fernández Dittus, el “único criminal que fue condenado por la
muerte de Rodrigo Andrés Rojas de Negri, de 19 años de edad y las lesiones y
quemaduras de Carmen Gloria Quintana”, es hoy sostenedor, por aprobación del
gobierno actual, de la Escuela José Arrieta 172, de La Reina.
“Ambos jóvenes fueron
roseados con bencina y luego les prendieron fuego, posteriormente sus cuerpos
fueron abandonados y solamente Carmen Gloria logro salvar con vida, quedando su
cuerpo marcado de por vida por las quemaduras recibidas.”
“El Capitán de ejercito
fue encontrado culpable y fue condenado por este crimen con la burlesca condena
de 600 días.”
“Recientemente el ex
capitán de ejército Pedro Fernández Dittus fue habilitado legalmente para
convertirse en sostenedor de la escuela 712 José Arrieta de la comuna de La
Reina. Este gobierno y los sistemas judiciales nada han hecho.”
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