Desde Chile, al observar la realidad de nuestra sociedad tan
inequitativa, injusta y centrada en el lucro de pocos con una exclusión
creciente de tantos, busco como poder contribuir a que juntemos nuestros esfuerzos para que en
Chile se respeten los valores de los derechos humanos de todos. Porque nuestros
hermanos puedan vivir en un marco de equidad y de fraternidad. Por la
prevalencia primera y asegurada de las necesidades del pueblo y nunca más de
los magnates que bajo la represión y leyes inmorales han asegurado sus
ganancias y el abuso contra nuestros hermanos.
Al establecer prioridades, estas deben buscar una sociedad
justa, con leyes dignas y no como la “Constitución” actual. Esas nacieron en
dictadura y han sido reforzadas por un aparato represivo que nada resuelve y
aumenta a cada momento. Debemos asegurar tener justicia y leyes que sí sean el resultado (por vez
primera en nuestra historia) de una Asamblea Constituyente, socialmente relevante,
justa y no del aparato injusto, sin equidad, prevalente. Ya no debemos más
aceptar estar en manos de un poder autoritario
que está dispuesto a matar, torturar, detener y destruir comunidades y riquezas
de un país centrado por diseño social en el lucro inmoral que ahoga al país.
Ser desobediente en un estado como el Estado actual se ha tornado una
obligación moral. No hay que obedecer ciegamente,
mucho menos cuando las leyes no respetan los principios básicos de fraternidad
entre nuestros pueblos. Necesitamos solidaridad
ante todo, de cooperación real. Los pueblos de Chile y la sociedad civil han
identificado que no será mediante el divisionismo ni los circos electorales que
lograremos avanzar en los caminos de la justicia para todos y cada uno. Los
gobiernos deberán identificar que la democracia y la Justicia no pueden ser
limitadas. Los derechos no se tranzan y
las riquezas del país, de ayer, hoy y mañana, debemos asegurarlas para todos y
para las generaciones futuras. La reparación al despojo del pasado, el actual y
el del futuro que impide a las nuevas generaciones desarrollarse en forma
democrática y fraternal deberán implementarse pronto. Ahora.
La amenaza de estos días a los sectores de derechos humanos,
que el Ministro del Interior y el Presidente promueven debe ser denunciada.
<las acciones de las fuerzas de policía deben ser detenidas. Esa tarea,
entre otros, le corresponde a un sistema de justicia, valga la redundancia, que
sea efectivamente justo. Pero también debemos denunciar a quienes, de modo
oportunista, nada dicen o buscan sumarse a las ganancias de procesos
electorales que no solo no representan las necesidades de nuestro país sino que
han demostrado ser parte del progreso nulo y negativo en la calidad de vida de
la gran mayoría de nuestros hermanos. La binominalidad electoral y las normas
establecidas por el dictador han hecho del Parlamento una entidad irrelevante.
Por mucho que tenga parlamentarios comprometidos, no logran ser relevantes.
Nada cambia en forma significativa. Y, desgraciadamente, hemos vivido tiempos
de colusión que han estado cerca de la
inmoralidad, más a menudo que lo deseado. El fraude que se esconde tras el
lucro, en todos los campos de la economía nacional debe terminar. Para siempre.
Por esto, trabajemos por un 2013 de nuevos avances y por la
derrota del espíritu represivo que sigue predominando en el poder
establecido. La justicia debe retornar a
ser justa y no ser un ente que justifica
las mentiras de este estado inmoral y represivo. Hoy, los sectores más retrógrados de nuestra
historia reciente vuelven a las prácticas de los peores momentos de la
dictadura. Por un país que respete los derechos sin sesgos racistas, clasistas,
sexistas: que promueva respuestas reales, prácticas para nuestros pueblos y
comunidades que las necesitan y las exigen con justicia y decisión. No
podemos aceptar que nos enrostren, merecidamente, en el Parlamento de cualquier
lugar del mundo, como ocurrió en Europa este año, el que aceptamos actos que
son una vergüenza cuando se atropella, golpea y encarcela a nuestros hermanos
Mapuche. Nunca más. El poder económico debe entender que su pretensión
de ser quienes deciden y que son sus valores los determinantes del curso de
todo el país no es aceptable. Ya nunca más. La historia no se mueve en la dirección del
lucro: estas últimas décadas han demostrado a nivel mundial, claramente, que es
el tiempo de las luchas por la libertad y la justicia. Y a esas debemos sumarnos.
Un abrazo fraternal y solidario.
José Venturelli
Buin, 31 de diciembre del 2012
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