Thursday, January 10, 2013

Muertes y miserias de una herencia: 40 años es demasiado.

¿Podemos seguir por este camino al precipicio?
La mentalidad dictatorial ya no vale más.


"La respuesta" del gobierno... a un crimen que nadie celebra me ahoga. Es obvio, vivimos en un país que "necesita un enemigo". Y el dictador supo mantener esa idea como norma. Enemigos por todos lados y muertos y desaparecidos por todos lados. En la farsa democrática el enemigo ha sido el pueblo Mapuche. Logró, parece,  a que nos acostumbráramos a ello. Por ello, la muerte, la criminalización de un enemigo prefabricado y las amenazas son "la respuesta" del sistema.

El que monten todo un cuadro de terroristas, de bandidos extranjeros, de observadores de derechos humanos que transforman también en terroristas,  de "suponer" que el asunto es que "ellos" (gobierno y sus represores) son los buenos, los que están dentro de lo legal y "los otros" (es decir, el pueblo Mapuche) son los malos, los criminales porque en el pensamiento interno parece ser eso lo único que han construido como imagen: un pueblo entero enemigo y despreciable. Culpables primero pero hacer justicia… eso jamás.  Primero están dispuestos a “matar a su enemigo”… sobre todo cuando lo hacen completa impunidad.

Mientras ese paradigma no sea reemplazado por uno que busque, incansablemente, una solución real seguiremos cayendo como lo vemos ahora. Los "buenos y normales"  no lo han sido y, sabemos, han abusado históricamente y no quieren reconocerlo en los actos. Por otra parte, se necesita identificar que el pueblo Mapuche debe ser respetado en todos sus derechos, INCLUYENDO el de ser un representante válido de si mismo, para todas las decisiones que les competen. Eso, sólo eso, va a terminar esta violencia, creada por la intolerancia de un sistema y exacerbada por la dictadura y la persistencia de una mentalidad enfermiza del lucro. Se necesita que tengamos justicia.

La existencia de leyes inmorales, hechas en dictadura solo empeoró una situación ya mala. La dictadura trató de imponer la idea de esta triste y malparida sociedad "a la chilena", nacida en el crimen justificado con mentiras. Todo eso no vale más. Nunca más. Debemos mirar la realidad y cambiar la Constitución, establecer normas de decencia que nadie en el poder recuerda. Entonces se podrá hablar. Hasta entonces, seguirá el aumento de la violencia institucionaliza y eso llevará a que sigamos aumentando el número de crímenes y pérdidas humanas que se mantienen mientras no se cambien las normas impuestas por el dictador y "apoyadas" por quienes han profitado por ya cinco gobiernos "decididos a hacer lo que se puede". Es decir, NADA... y mantener una sociedad llena de injusticias, de violencia social e inequidades. Todas ellas bajo una represión siempre presente y dispuestos a aumentarla todo lo que les parezca necesario.

Por ello, es necesario desobedecer lo que nos han impuesto: cuando no hay calidad moral, las leyes y las órdenes deben ser desobedecidas. Estas terminan siendo la causa del problema. Y en esa desobediencia debemos desobedecer a la "magia" del circo electoral, a una Constitución que nada resuelve ni cambia para bien. Y eso vale para todos: viejos y, sobre todo, para los jóvenes que, en el análisis final son los dueños del futuro y del mundo. No vivimos en un mundo respetable. La prioridad debe ser atrevernos a pensar, a exigir lo que nos inculcaron violentamente como imposible: los derechos humanos deben ser universales. Y son responsabilidad de todos y de cada uno. No podemos seguir creyendo en este falso paraíso.

El testimonio de los hechos y fotos de Osorno se ven por todos lados. Y peor: los caminos de la Araucanía han sido bloqueados, el movimiento de las personas es amenazado y la persecución domina la vida.  La anunció el Presidente y su Ministro nunca conocido por ser respetuoso de la gente.  El gobierno y sus ministros sufren de la ausencia total de saber respetar, de esa humildad que les permita identificar que ya no sólo se equivocan, sino que cometen crímenes de lesa humanidad bajo el nombre de sus entelequias legales y de creerse poderosos... pero cada vez más despreciables.

Chile viola todos los convenios y tratados de protección a su población. Las vidas de Werner Luchsinger y Vivian McKay, de Vilcún, fueron sesgadas por la mantención de una dictadura que fue más lejos que la vida de su dictador. Solo nos han dejado la respuesta sin diálogo de la violación. Desde el año 2002 hay más de una docena de Mapuche muertos -todos impunemente aunque sus asesinos sean conocidos. Y hay millares de humillaciones y atrocidades que continúan.  El lucro las ha mantenido y eso debe terminar. 40 años es demasiado. Necesitamos justicia, equidad y una Constitución de verdad. Ahora.

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