Nuevamente, el historiador Sergio Grez indica lo que se repite ya por años. Ni las candidatas finalistas mencionaron el problema del conflicto impuesto contra el pueblo Mapuche, ni se preocuparon del tema en forma seria y responsable durante sus sesiones de promesas de Navidad.
La candidata Bachelet no fue capaz, ni en primera vuelta ni en los debates y campaña final, hacer un sólo comentario profundo, definitorio, sobre el problema que afecta a casi un 10% de la población del país, en torno a un millón y medio de Mapuche.
El pueblo Mapuche sigue siendo sometido a la represión y el Despojo se consolida mediante esa misma represión.
Nuevamente, vemos que la ex-presidenta, ahora re-electa, calla y otorga... Es decir, acepta el estado actual de cosas. Ignora la realidad y con ello solo confirma su aprobación al DESPOJO Y A LA REPRESIÓN QUE LO MANTIENE Y CONSOLIDA. Nadie se va a engañar con silencios o promesas sin substancia y evidencia.
No bastan las declaraciones: debe mostrar actos y caminos definitivos y definitorios para que exista paz y respeto para nuestro pueblo hermano. Su enfermante tendencia a que no la critiquen desde la derecha y del sector financiero la pone, nuevamente, en un camino de mantener la violación permanente de los derechos del pueblo Mapuche.
Y eso no va a resolver nada: lo va a empeorar porque no hay pueblo que aguante mil años. Las recomendaciones mundiales y la lucha Mapuche muestran que no se aceptará continuar por el camino de los neocolonizadores chilenos (especialmente los sectores magnates: forestales, hidroeléctricas, mineras, pesca, control del agua y sus fuerzas represivas) la que ahora se hace crítica en el Wallmapu y esa pobreza que todo lo contamina donde la educación es vergonzosa y la salud y trabajo-salarios son deplorables. Tampoco es tan distinto de las demandas urgentes que hace el resto del país.
Agreguemos a esto que su lenguaje doble frente a la persistencia de la Constitución Pinochetista, que ella nunca ha claramente querido cambiar y solo habla de moverse dentro del espacio que la misma constitución actual le permitiría. Nada de esto va a asegurar el apoyo que necesita: debe actuar y atreverse: no basta con ser presidenta: se trata de ser una que cumpla con las demandas históricas que ella insinuaba de joven y que ya en una carrera política larga no ha demostrado. El país no va a esperar: ella debe actuar democráticamente y respetar los derechos del pueblo Mapuche y del resto de la sociedad civil chilena.
La presidenta tiene la obligación moral de reconocer que sobre el 74% de la población no la eligió. De hecho, ella obtuvo menos del 26% de apoyo en la elección ya que la verdadera NUEVA MAYORÍA FUE LA ABSTENCIÓN DE MÁS DEL 58%.
No habrá paz ni justicia por este camino. Las colusiones del pasado no van a ser aceptadas por un país en el que los diversos sectores de la sociedad civil, regiones, estudiantes, pescadores, y, en especial, el pueblo Mapuche saben que solo sus luchas permitirán avanzar por una camino hacia la democracia, uno que termine con esta falsa democracia para el lucro y los magnates.
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