Tuesday, June 7, 2011

Una carta urgente al Presidente Sebastián Piñera: El Recurso Presidencial



Señor Sebastián Piñera Echeñique,
Presidente de la República de Chile
cc: Asesoría Presidencial: bcofre@presidencia.cl

Una carta urgente al Presidente Sebastián Piñera

El recurso del indulto presidencial:

Este es un problema de TODOS los chilenos, es decir, resultado de errores de casi todos.  ¿Puesto así, puede el presidente reconocer su error? Esta pregunta es central para ver si se actúa de buena fe o simplemente nada logra hacernos entender la realidad ni errores personales y colectivos.

Ser un (relativamente reciente) multi-millonario, de los que hay pocos en Chile, tiene un peso enorme, condiciona la vida y muerte de muchos… y del futuro.  Las riquezas personales auto-justifican las ganancias como si se tratase de éxitos personales, "viveza" y hasta un sentido de genialidad que los propulsa por encima de todos. Estas "cualidades son tan poderosas" que quien cree poseerlas piensan tenerlo todo. Incluso olvidan los valores y normas éticas de la sociedad. También crea los condenados de la tierra.

De que las condenas de los comuneros mapuches están basadas en errores de concepción judicial enormes y que las acusaciones estuvieron basadas en acciones inaceptables en cualquier sociedad democrática y en los términos estrictos de la ética legal, es reconocido. El que dos Cortes del país, con tradiciones muy conservadores los haya sobreseídos no es poco. La Corte Suprema no puede pretender infalibilidad cuando en su veredicto ha usado acusaciones contrarias a las normas legales. Sus interpretaciones son antojadizas. Indica que "su papel es cumplir con las leyes" pero no reconoce que su responsabilidad es reconocer como estas fueron generadas en forma ilegítima, bajo dictadura, que por eso mismo influencian el que en Chile, precisamente no haya justicia para todos. Peor, es la fuente de la injusticia misma. Y esto se ve en que viola los derechos de los chilenos en general porque todos están bajo la amenaza de la arbitrariedad permitida por la Constitución actual y, especialmente, por la Ley Anti-Terrorista.

Los errores históricos de usurpar las tierras de los propietarios ancestrales, el pueblo mapuche, se hizo en el espantoso error de abusar del poder y de, en el camino, ir haciendo leyes que permitieran (inmoralmente) legalizar ese despojo. Fue posible legalizar, pero jamás pudieron legitimizar el robo. Y el haberlo hecho por décadas luego del período colonial no puede ser la base a derechos basados en injusticias y represión que permitió mantener ese despojo y esa exclusión criminal del pueblo mapuche. Se les robó el derecho a su cultura, idioma, relaciones sociales y formas de vivir que les eran propias. Los encerraron en reservas, las que fueron la forma de encarcelarlos y poder así, a través de la sobrepoblación y de la incapacidad creciente de sobrevivir, el forzarlos, por ausencia de tierras y aumento de la población, a aplastarlo e imponerles el tener que emigrar. Era la forma de hacer aserrín del sólido tronco mapuche y luego lanzarlo al viento para que no pudiese reconstituirse y oponerse. (Sin olvidar que se fabricaron héroes, como Cornelio Saavedra o el bandido General Trizano, cuyos valores sociales celebrados eran los de asesinar al pueblo mapuche en los intentos de genocidio que les fracasaron).

He visto la ausencia total de humanismo en las cárceles chilenas. Lo han hecho también muchos estudios oficiales de que son verdaderos infiernos. Los muertos en las cárceles son muchos: De una golpiza propinada en la cárcel de Valdivia, dada por funcionarios del Estado y latifundistas falleció un famoso Lonko al que no se lo quiso recordar por el establecimiento chileno. El pueblo Mapuche sabe recordar. Y por eso lucha por sus derechos. Y no hay exageración en eso. Sabemos, aunque la Corte Suprema lo niegue, que sus condenas a los comuneros este 3 de Junio, anunciadas en forma pomposa y supuestamente infalible, son el resultado de montajes, falsedades diversas y tortura. (Sí, Presidente, esta persiste en su propio país, que es el de TODOS) Este cuarto juicio, además, fue hecho en ausencia de los propios presos. Una aberración más en la muy larga lista…Y no solo lo han hecho en forma arrogante y pasando por encima de otros cuerpos judiciales poderosos, se han permitido también ponerse por encima de la sociedad toda al decir que “esto es lo último que queda y, ahora a obedecer!”. ¿Va Usted, Presidente, obedecer una orden espuria y llena de ensañamiento y odio? ¿Se va a quedar en silencio, a aceptar el crimen social?

Pues bien, este es el escenario de una historia de injusticias criminales, durante los largos períodos que conocemos, en el que la represión se enseñoreaba patrocinando el desarrollo de una Constitución del despojo en que el sufrimiento de un pueblo sucedía. Y, ante ese espanto los chilenos –de todos los sectores- pero, especialmente los legisladores, gobernantes y sectores de poder (iglesia, fuerzas armadas, policía y los buenos pequeños burgueses o clase media, acomodados) se quedaban callados, “no se mojaban en el dolor y la injusticia”. También, por inercia social impuesta, incluso las organizaciones laborales, de una forma o de otra. TODOS, en momentos de modo silencioso y en otras abiertamente recurríamos al “racismo de todos los días” que la cultura anti-mapuche nos iba imponiendo. Irresponsablemente permitíamos que todo continuara como siempre: es decir, asegurar más saqueo, más crímenes si eran necesarios para ganancia de unos pocos, esos “grandes señores y delincuentes menores o mayores. Todo siempre basado en el atropello del pueblo Mapuche. Bien, este es un resumen dirigido, injustamente breve, de lo que es nuestra historia, la que hemos hecho y sostenido hasta con sangre y fuego. Como lo hacemos hoy. Porque hay muerte en el aire, Presidente. Todos lo sabemos, nadie lo puede negar aunque se hagan los inocentes o sordos. Nadie. La muerte es a menudo la forma de pedir justicia negada. Y este es el caso. Y pretendan “ofrecer vida” en el insulto y en mayor represión cuando la vida permitida no es vivible.

Presidente Sebastián Piñera, Usted tiene la oportunidad única en la historia de este país: corregir lo hecho por ya dos siglos de atropellos. No los inició Ud. pero, evite ser otro más de esa cadena de privilegiados. Recuerde que también lo benefician: Las tierras de Tantauco, allá en Chiloé, son tierras huilliches, o williches (“gente del sur”) pero siempre mapuche. Ellas fueron reconocidas históricamente por los españoles como mapuche. Por coincidencia, son las tierras originarias del dirigente mapuche más perseguido y vilipendiado (por quienes poseen esas tierras y otras en el mundo mapuche). Me refiero a Héctor Llaitul Carillanca. Esas tierras, Presidente, Ud debe reconocerlo, fueron malhabidas porque no era ético adquirir tierras ancestrales Mapuche. Y lo hizo incluso contra el consejo que le diera el Obispo de Ancud. Esas tierras están allí, como un orzuelo en la imagen idílica que se pretende mostrar de este país.

El indulto, históricamente hablando, ha sido una forma de intentar corregir errores: como el matar a los condenados, como indultar a asesinos o a aquellos que presos inocentes. (Y que no hay pocos de esos en el mundo entero). En alguna forma, un corrector de errores de pocos o de todos. Una tabla de salvación para muchos: para los condenados –en este caso, por negación repetida de un derecho vital- y también para los que han permitido este crimen inducido. La huelga de hambre es siempre un recuso último de los humillados y culpados sin evidencias. Los luchadores políticos tienen derecho a expresarse, Presidente. Merecen esa justicia que exigen. Y sí, TODOS hemos sido culpables por comisión (El Estado y sus poderes), o por omisión (los que nos quedamos en silencio por demasiado tiempo) .

Si el Presidente pone realmente los hechos al frente, la necesidad imperiosa de que se haga justicia en el sentido más simple y en facilitar el poder evolucionar a una sociedad más fraterna y humana (y no una simple inmoralidad continuada que se justifica en castigos, cárcel, sangre y fuego, para que las fortunas se acumulen y se sientan los nuevos Crasos del mundo)… Bueno, si lo hace, Presidente, verá que hay una forma de corregir temporalmente este crimen: porque la muerte de los mapuche no las quiere nadie (imagino, por lo menos, que mayoritariamente nadie las quiere). Tenemos entonces, ante nosotros, sus potenciales muertes –que ya vienen y que no se resolverán violándoles además el derecho internacional y ético a rechazar las alimentaciones forzadas, verdaderas torturas, aplicada por quienes los mandan al cadalso y que ahora quieran aparecer como santos y salvadores. ¡Eso no! Por ningún motivo. Nadie movió un dedo cuando asesinaron a Jesús… nos dice una vieja historia.

Esas muertes no son un chantaje: exigen, eso sí, que se haga Justicia . Ahora, cuando es posible. Esto lo mencionan todos los que se preocupan del problema, incluso dos Cortes nacionales, el Instituto Nacional de Derechos Humanos, la Dirección de la Defensoría Nacional Pública, Premios Nóbel de la Paz y personalidades por todos lados, las iglesias, las organizaciones de Derechos Humanos en Chile y por el mundo, las Naciones Unidas y todos los convenios y tratados  firmados por Chile pero nunca respetados. Los jóvenes y los viejos. TODOS. Lo pide la vida y lo grita el futuro.

Usted, Presidente, puede cambiar este crimen colectivo en un acto que nos dirija hacia una sociedad mejor. USTED y TODOS debemos hacer caso omiso a tantos verdugos que pretenden ser buenos policías o severos ministros, que juran inmortalizarse en los crímenes que inventan y facilitan. Usted puede, Presidente.  Y puede también poner énfasis en que los derechos sean una realidad para todos.

TODOS tenemos el derecho a equivocarnos… pero no a ser criminales. Porque un error no significa que seamos criminales. TODOS tenemos el derecho a vivir en una sociedad donde los derechos humanos y la justicia para todos sea una verdad que nadie pueda negar. Para que eso suceda es que le escribo, Presidente.

El indulto, Usted lo puede, Presidente. Le abrirá a Usted y a TODOS, un camino en el que deberemos aprender a transitar. No está indultando criminales, como ha sido el caso de los que sí sabemos son criminales de lesa humanidad. Son los dirigentes de un pueblo que ha tardado tanto en obtener su plena expresión social y humana porque TODOS NOSOTROS hemos sido culpables de ignorancia y negligencia oportunista. La reparación y corrección de las leyes actuales, permisivas e instigadoras desde la historia de tanto crimen, debemos cambiarlas. Pero ahora, lo único, inmediato, es el indulto.

Usted puede, Presidente. Es hora ya de hacerlo. Es asunto de creer en sí mismo y de no tener miedo a actuar con generosidad. A ser sensible y auto-crítico, es decir, un ejemplo respetable. Es una urgencia humana y social, histórica y fraternal de este país para TODOS. 

Usted puede, Presidente. La historia lo ha puesto en esta disyuntiva y debe medir su propia responsabilidad. El mundo entero lo observa.

Respetuosamente presentada,

firma en original

José Venturelli
Profesor Emérito de Pediatría, Universidad de McMaster, Canadá
Ex-médico general de Nueva Imperial, IXa Región
Vocero del Secretariado Europeo de la Comisión Ética Contra la Tortura
Ciudadano de Chile y Canadá

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