Thursday, November 15, 2012

El pueblo Mapuche: Los condenados de la tierra.


                   ¿Cómo no indignarse?

Nuevamente, los condenados de la tierra, el pueblo mapuche, recomienzan una huelga de hambre. Las injusticias no se han corregidos y el Estado sigue arrinconando a un pueblo entero, violando las normas internacionales de reparación y respeto a los derechos humanos de los pueblos indígenas.


Esta lucha es una respuesta a una realidad indignante: Chile está al centro de la injusticia. Al pueblo Mapuche se le arrincona, se le persigue, se lo criminaliza, tortura, persigue, mantiene en la peor pobreza, se le mezquinan los servicios de educación, salud, apoyo técnico y, entretanto, se lo sigue despojando y destruye su territorio. El gobierno decide aumentar en 2% anual la explotación forestal para el lucro de pocos. Las leyes ilegítimas de la Constitución siguen, como si nada, aplastándolos.  Y se condena con mentiras y sadismo.

La injusticia sistemática, que va desde la vergonzosa actitud de un presidente billonario envuelto en el despojo al Mapuche a título personal (posee 100.000 Hectáreas “suyas” en Chiloé),  hasta en la orquestación de la criminalizarlos. (Y que año a año sigue aumentando sus fortunas mientras es Presidente, para no quedarse atrás con los otros magnates del barrio) Un presidente que participa en el diseño de la represión con sus "cumbres de seguridad", falsamente mostradas como el Estado de Derecho. Todo muestra el abuso y la arrogancia de carácter racista y aprovechador.  Los juicios inmorales refrendados por una justicia tan coludida en lo práctico son razón para una desobediencia mayor.  La Corte Suprema y el aparato asociado de la Justicia permitieron que se les enjuiciara nuevamente luego de haber sido absueltos… Mientras tanto no se preocupa de juzgar tan solo una vez a quienes asesinan mapuche o estafan al país a diestra y siniestra.

Los Mapuche siguen acosados y presos, con asaltos regulares a sus comunas, con el robo de sus animales y la persecución a diario, las bombas contra las casas, los niños heridos... Y así, encontramos de todos modos que estos condenados no aceptan su condición y el proyecto que intenta hacerlos desaparecer de su mundo y de la lucha por sus derechos.

¿Hasta cuando sigue este circo de humillación y desvergüenza contra nuestro pueblo hermano? ¿Vamos a seguir con las rutinas farandulera y cínicas del viejo pascuero y del escapismo consumista de la navidad, del verano y vacaciones y, mientras tanto, siguen desvalijando al país? ¿Vamos aceptar que el poder establecido hunda más y más a todo un pueblo?

La maraña administrativa dejada por la dictadura dejó suficiente dulce y dinero para que se cooptaran los sectores oportunistas que han facilitado la cronicidad de esta vergüenza... Mientras, los beneficios de quienes se reparten todas las riquezas posible de la pesca, las minas, la energía, las semillas, salud y educación, más otros fraudes, permiten a este poder corrupto “seguir ajeno" a la realidad de un país falsamente transparente y nunca democrático. Nuestro pueblo lo quieren ver pudriéndose en la riqueza de quienes los controlan, los despojan y los reprimen.

¿Dónde está ese punto de ruptura, en que el ¡BASTA YA! sea masivo y demuestre esa dignidad colectiva que los luchadores Mapuche y tantos otros nos vienen mostrando? No podemos dejar que nuestros hermanos, en la única opción que les deja una sociedad de marras, se consuman por el silencio colectivo del país.

La desobediencia civil, colectiva y personal, -lo indicaba Ghandi ante el atropello del imperio británico-, no sólo es necesaria, es urgente. Es legítima.

El hombre muere en todos aquellos que mantienen silencio ante la tiranía    (Wole Soyinka, Nigeria Premio Nobel de Literatura 1986)

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