Wednesday, October 3, 2012

Justicia y honorabilidad: dos términos que no pueden ser antagónicos.

 El caso de los crímenes de los degollados –ese crimen contra todos y cada uno de los chilenos- pone en juicio a algunos de sus responsables. Habla Manuel Guerrero, hijo de uno de los asesinados por el poder de quienes controlaban entonces el Estado. 

http://manuelguerrero.blogspot.ca/2012/09/carta-abierta-al-sr-alberto-cardemil.html

La carta abierta que pone en su blog el concejal Manuel Guerrero se dirige a Alberto Cardemil, ex-subsecretario de Gobierno durante el período en que el dictador mismo estaba en el poder. En esos mismos días el padre de Manuel Guerrero fue secuestrado y, como Santiago Nattino Allende y José Manuel Parada Maluenda, fue cobardemente asesinado. Un crimen de lesa humanidad en el que nada se ha sabido de que ese personaje del poder de entonces, hoy “Honorable Diputado Alberto Cardemil”, haya hecho un gesto humano, para apartarse en forma digna, moralmente respetable de ese horrible crimen.  Un gesto honorable. Sin embargo, los hechos son claros:  "El blog de Guerrero: Carta abierta al Sr. Alberto Cardemil con ocasión de publicación de Oficios con su firma como Subsecretario del Interior año 1985". Ha pasado mucho tiempo pero la responsabilidad y culpabilidades no se han borrado ni desaparecerán jamás.

La carta abierta de Manuel al diputado Cardemil no deja escapatoria. Aunque, incluso,  sea enormemente generosa: le permite, aunque en forma tan tardía, establecer una actitud de autorrespeto.  Desde el cargo que ejercía el actual diputado no había forma de poder decir “yo no sé”, “yo no supe”, “yo no tengo relación alguna con lo que entonces sucedía”. La carta no deja ese espacio: nadie que tenga un mínimo de moralidad puede “hacerse el tonto”. No es posible. Los tontos no participan ni encubren crímenes tan espantosos como los denunciados. Especialmente cuando esa misma persona tenía que referirse en público a esos hechos. Justificarlos. Tan indignos eran que incluso el nunca bien recordado General de Carabineros César Mendoza tuvo que renunciar a las (malas) Juntas. Pero nada se ha escuchado de un acto de honorabilidad de quienes mandaban en ese momento. Los tontos no cometen esos actos tan inmorales. Son tontos: pero no son asesinos… ni cómplices de hecho y de omisión. De ambas formas. Esos son crímenes cometidos por inmorales.

El problema es que hoy nadie que haya participado en esos actos como parte del poder criminal de entonces, puede pararse en el congreso, o en lugar alguno, por mucho que su cargo le permita hacerse llamar Honorable Diputado, y creer merecerlo. Manuel le da una opción. Y eso pone en la disyuntiva a responsables de entonces de ser hoy genuinamente honorables en este momento de la vida.

Gracias, Manuel: nos haces a todos más honrados. Tu generosidad va más lejos, abre la puerta en forma total a que sí se haga Justicia y no de que se siga con la vergüenza de “hacer, cobardemente, justicia en la medida de lo posible”. La inmoralidad de la rutina de varias décadas la haces retroceder a ese terrible momento. Los asesinos quedan de nuevo ante los hechos que ellos mismos consumaron. Y eso nos dignifica a todos. Nos impone tener memoria… para que no exista olvido. Para que exista Justicia en un país entero que la merece.

José Venturelli, Pediatra.  Vocero del Secretariado Exterior de la Comisión Ética Contra la Tortura

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