Recorro Chile y no consigo
encontrar las maravillas que pintan los gobiernos. Sigo en este viaje complicado por las tristes
e indignantes sorpresas que se aparecen por cada lugar que paso. Converso con los caminantes, los
trabajadores, agricultores pequeños, jóvenes, mapuches y todo confirma una
realidad angustiante. Lo que se ve y constata es que Chile es un país en el que
el sentido represivo e irresponsable socialmente van de la mano. El maltrato a
nuestro pueblo, a los hermanos Mapuche y al medio ambiente son una constante:
por donde uno pase ya no se ven los muchos ríos que cruzaban esta angosta faja
de tierra. Ya casi no existen ríos que merezcan llamarse así. Los que hubo ya
no existen. Desde el enorme Bio-Bio o el Maule que era impresionante hasta
aquellos menores o de los cientos vitales cursos de agua como el del Cajón del
Maipo que luego daban nacimiento al Río Maipo u otros que hacían vibrar los
paisajes con sus colores. En el norte no hay ríos. Desaparecieron,
prácticamente, todos. Y, además, están envenenados por el efecto de las
compañías mineras que consumen agua por millones de litros –muchas de modo
clandestino y con “permisos” obtenidos con coimas y fraudes de todo tipo. Muchos pueblos no pueden siquiera beber agua
de las napas subterráneas porque esas están llenas de productos tóxicos por la
contaminación con los procesamientos de los minerales. Les queda entonces recibir agua en cajones
aljibes para su consumo como bebida. Poco y nada queda para los animales y,
menos todavía, para riego de pequeñas chacras.
Queda la amenaza de los
diques (embalses) del relave que, por la precariedad con que los hacen,
amenazan con romperse (como en los de la Luksic) Esa es la Mina Los Pelambres,
propiedad del hombre más poderoso en dinero (y entre los 20 más ricos del
mundo): ese Clan usa de las fuerzas policiales y de los sistemas de poder
municipales y administrativos a su antojo. Se comenta que se permitió comprar
muchos candidatos a parlamentarios, para el “buen funcionamiento democrático”
de este triste paisito que se seca y corrompe a diario. Entre tanto, más de dos
tercios del país vive marginado con salarios miserables, los mismos que
permiten que los magnates sigan felices de aumentar sus fortunas.
En el caso de Caimanes y los
pueblos de ese valle (que incluye Illapel y otros menores ) el inefable y
nefasto Clan Luksic “regala y vende” agua con camiones aljibes. Mucha gente vive
con grandes problemas su desabastecimiento de agua para beber y, peor, para
regar. Un estudio del Colegio Médico muestra la alta toxicidad del agua por las
actividades de la mina de la familia Luksic.
Así, en zonas donde había
agua, como es la zona costera frente a Santiago, eso es un drama. Las tierras
están secas. En los campos de la zona central, que los he recorrido en todas
sus direcciones, es el mismo problema. No hay ríos. El Maule que era un río
navegable, está hoy embancado por la explotación masiva forestal y, fuera de un
dique anti Tsunami (maremoto que ocurrió ya en el 2010) no se ve mucho más. El
río está, además de un olor pútrido en
la mayor parte del sector de su desembocadura y que proviene de la eliminación
de alcantarillas directas sin ser procesadas, en su parte final. La ciudad de
Constitución se trata de poner de pie y, como el resto de las zonas más
afectadas por el terremoto de febrero 27 del 2010, sigue mostrando sus heridas
abiertas.
Peor aún, la región entera,
igual que las provincias de Cauquenes, Ñuble, Chillán, Los Ángeles y, del mismo
modo, las regiones VIIIa., IXa. hasta Puerto Montt, incluyendo la Isla grande
de Chiloé, están invadidas por el asalto de las compañías forestales. Estas
que, además de haber obtenido las tierras del pueblo Mapuche en forma
fraudulenta desde manos del gobierno militar en 1973 y luego de todos los
gobiernos que han seguido, resecan con
su negocio desenfrenado las tierras, la que se resquebraja y terminan por irse
abriendo y dejando que ríos, lagos y lagunas se vayan desapareciendo. El
control y explotación persistente de esas enormes cantidades de tierra por
parte de las forestales es hecho con el apoyo de las fuerzas represivas, de un
sistema judicial y administrativo que insulta la inteligencia y la dignidad más
fundamental de un país. En el caso del pueblo Mapuche, la realidad es la
violencia sin sentido, racista y brutal, que todo lo destruye ya que aplica sus
leyes –anti-terrorista incluida- hasta a los niños. Estos son perseguidos desde
los 12 años y menos, los van deteniendo en arrestos domiciliarios o en la
cárcel para menores de Chol-Chol hasta que cumplen los 18 años y luego los
condenan inmoralmente. De este modo Luis Marileo, Leonardo Quijón y el menor
aún Gabriel Valenzuela Montoya (cuya familia es encarcelada con frecuencia para
impedirles luchar por sus derechos) acaban de ser condenados y la Corte de
Apelaciones confirma sus condenas hechas con leyes anti-terroristas a penas de
10, 10 y 8 años respectivamente. Cuando
un líder mapuche es absuelto en alguno de los juicios hechos en base a montaje
y represión política el gobierno corre a pedir un “recurso de anulación de juicio”
Caso de Daniel Melinao, recientemente absuelto de un circo legal impuesto por
Carabineros y el gobierno mismo. . Es la colusión que cierra el círculo en un
país amarrado por una dictadura (pretendidamente) para siempre. (Pero que lucha
para impedirlo)
Quiero mencionar que los
enormes incendios que ocurren por todos lados –y que el gobierno atribuye “al
terrorismo Mapuche”- suceden por varios factores: Las explotaciones forestales masivas
y que cubren toda la Araucanía secan la tierra: resultan del hecho que el eucalipto y el pino
consumen 20 veces más agua que los árboles nativos, la tierra pierde la humedad
ambiental natural que tienen los bosques nativos. La destrucción de otros factores
protectores como flora, animales e insectos, no ocurren porque son desequilibrados
por el uso masivo de pesticidas que mata las fuentes de vida en el agua como
ríos y lagos. Sumemos ahora el que las empresas forestales saquean la
naturaleza y hacen incendios para cobrar seguros cuando sus bosques son
atacados por plagas que se dan, precisamente, por la destrucción del medio
ambiente natural. Ese es el caso de la avispa perforadora y otras plagas que
“bajan el valor de la madera” para su venta. El gobierno, en complicidad con
las forestales, inmediata e injustamente atribuyen los incendios a la acción
del pueblo Mapuche y hacen encarcelamientos y represiones masivas contra ellos.
Los pueblos originarios sistemáticamente son los que protegen el medio ambiente
y la tierra que inspira sus vidas. Ellos no son quienes la explotan sin control
alguno y, mucho menos, la destruyen en l forma vemos lo hacen los magnates y
las forestales. Recientemente en un gran incendio de las comunidades de
Temucuicui, cuyos comuneros indican que
fueron provocados por quienes les envenenan sus campos y atacan, CONAF que tiene equipos de bomberos forestales se
negó por tres días a ayudarles “porque los Mapuche los maltratarían a ellos”.
En esos tres días se perdieron muchas hectáreas de bosques, especialmente
bosques de tipo nativo. Visité el campo y pude constatarlo. El gobierno, que
solo se limitó a acusar a los mapuche, como siempre lo hace, no hizo comentario
alguno sobre el origen de los incendios de las comunidades Mapuche ni hizo
esfuerzo alguno para ayudarles a reparar las pérdidas que eso les ocasionó.
Los muchos lagos del sur que
eran transparente como el Lanalhue (ubicado al inicio de la cordillera de
Nahuelbuta) ahora tienen la “transparencia” del país mismo: se mueren con la
sobre explotación forestal. Estas acciones son las que siguen haciendo engordar
las fortunas de los magnates. Toda la zona, prácticamente todo el país hasta el
comienzo de la Patagonia chilena, está cubierta con pinos y eucaliptos. Duele
verlos desde las montañas que recorrí. De cuando en cuando aparecen las plantas
de Celulosa que envenenan ríos, canales y lagos… además de evacuar hasta el mar
envenenando sus aguas. Los cisnes de cuello negro que huyeron desde la Región
de los Lagos (Valdivia) hasta el lago Lanalhue (y más al Norte) ahora van
desapareciendo de allí. Las enormes plantaciones de la zona y sobre Lanalhue
mismo, han erosionado esas tierras y los pesticidas que se usan exageradamente
“son lavados” hasta los lagos, envenenando las aguas, matando la flora lacustre
y, con ello, exterminando los peces. El ciclo de la vida se termina con el
lucro.
¡Y vaya que lucro! Las
forestales, que se han hecho “dueñas” de todas estas regiones, gracias al apoyo
del dictador primero y de los gobiernos que han seguido, lucran de manera
inimaginable. Chile le vende madera a prácticamente todo el mundo: Japón,
China, Europa, Canadá o Estados Unidos. En Canadá que tiene territorios enormes
y donde la madera es una riqueza inmensa, se compra madera de Chile para
proteger sus campos. Chile, para enriquecer en el orden de los miles de
millones de dólares (por trimestre)
vende la madera a todo el mundo. (EEUU compra petróleo de otros países y hace
guerras para ello, con fin de conservar su propio petróleo). Lo mismo pasa con
la madera y otros materiales. Pero Chile, para ser un país pequeño, destruye el
país entero para el enriquecimiento de pocos. Las empresas hidro-eléctricas o
termo-eléctricas que se instalan para las mineras y que son voraces
consumidoras de energía, poco o nada dejan al país en impuestos o ganancias duraderas.
La minería hace su equivalente destructivo.
Las leyes, el gobierno y los poderes legislativos y parlamentarios,
apoyados convenientemente por la represión policial y una Constitución espuria
e ilegítima permiten que esto ocurra. El ciclo de la agresión al país se cierra
con el control de la información que promueven los que profitan de esta
“bonanza” y que, por cierto, se hace también desde el extranjero donde los
intereses cómplices del imperio y otros inversionistas sin ética que dicen que “Chile
es el país modelo, el país a imitar…” No
deja de ser jocoso (fuera de indignante) que en el “conflicto de las fronteras
marítimas con Perú” que se habla estos día, sea el mismo Presidente Sebastián
Piñera (a punto de dejar su cargo) el que se queje amargamente y use un
lenguaje patriotero y seudo-heroico para “asegurar como chilenas” las tres
hectáreas que la Corte de la Haya indicó como peruanas en el borde norte (y que
no tienen valor significativo) cuando él mismo, “comprara ilegal e ilegítimamente
115.000 hectáreas de tierras Williches (pueblo Mapuche de la Isla de Chiloé) en
Tantauco, por la suma especulativa y absurda de $25.000 ((US$ 50) la
hectárea!! Los mismos gobiernos que se
quejan de la “pérdida del mar rico en recursos pesqueros” son los que le
entregaron a unas pocas familias dueñas del país, todo el inmenso mar con la
pérdida del espacio para pescar a los pescadores artesanales. Crear fortunas
requiere aumentar la pobreza de muchos.
Mientras esto ocurre, ahora
que todo se ha privatizado, desde el cobre y minerales hasta el agua para beber
en la peor forma a nivel mundial, los chilenos ven aumentar la inequidad y su
futuro se resquebraja como los campos de lo que ha sido un país rico y lleno de
recursos. Son ya demasiados los gobiernos mercenarios que permiten y promueven la destrucción del
patrimonio de todos nuestros pueblos para beneficio de unos pocos.
Los derechos humanos en
Chile son la vergüenza mayor de su historia. La sociedad chilena sufre ese
impacto y, como lo sabemos, los pueblos indígenas son atropellados en forma
inmoral y brutal más allá de lo que se pueda imaginar. En el siglo XXI se
“mejoran” los mismos términos de robo, represión y despojo de los que se venían
haciendo en los cinco siglos anteriores. Todo por un simple sentido de hacer
negocios. Chile no es modelo sino de lucro para pocos y destrucción de su
estructura social y humana, igual como los ríos van muriendo y los campos
desaparecen con la desertización forzada. Los niños son excluidos de un futuro
“normal”, de lo que los mismos pueblos indígenas en América latina llaman “un
buen vivir”. Sus escuelas, la salud, la
protección social, la violencia policial y la pobreza impuesta, más la ausencia
de los recursos naturales como el agua que se han impuesto, hacen de Chile el
opuesto de un “Edén y el futuro esplendor” que la mentalidad patriotera en
control gusta grotescamente cantar en un arcaico “himno nacional”.
Ante este espectáculo, nada
hace prever que el futuro inmediato mejore. Aparte de las luchas que los más
amplios sectores populares, juveniles, laborales y de los pueblos originarios que
ellos vienen llevando adelante, no se ven esfuerzos genuinos de las
administraciones que puedan corregir esta carrera al precipicio. Esta
destrucción aumenta la violencia social y la hace intolerable. Los gobiernos
justifican entonces el aumento de sus fuerzas represivas y tienden a dictar más
leyes inmorales. Por eso no quieren ni oír hablar de que se haga una Asamblea Constituyente
para tener un país democrático, fraternal y con futuro que es posible para
todos. Un país humanamente sustentable. Entre tanto, en estos días, con más de
cuarenta años de atraso, Sergio Muñoz,
Presidente de la Corte Suprema, se compromete a revisar procesos en
casos de detenidos desaparecidos. (http://www.biobiochile.cl/2014/02/05/presidente-de-la-corte-suprema-se-compromete-a-revisar-procesos-en-casos-de-detenidos-desaparecidos.shtml ) Es demasiada
el agua la que ha pasado bajo los puentes de Chile en estos cuarenta años: Por
estas razones y las descritas en estas líneas, es el deseo del país todo que se
terminen tantas pesadillas: para ello es
que se llevan adelante las luchas mencionadas y que lo van a conseguir.
José Venturelli, Pediatra
Para quienes se interesen en conocer en cierto
detalle la realidad de la justicia en Chile, recomiendo la lectura del libro “Los pueblos indígenas y el derecho”. Es
un estudio detallado de José Aylwin, Matías Meza Popehandía y Nancy Yáñez (del
Observatorio Ciudadano) y que ha sido publicado en el año 2013 por Ediciones
LOM (ISBN: 978-956-00-0460-4 . Es una contribución reciente, que se suma a una
enorme cantidad de material ya existente que desnuda la anormal sociedad
chilena y su relación con la naturaleza y con sus pueblos originarios. En este caso identifica las diversas formas
del sistema “legal” (“a la chilena”) que usa “el derecho” para beneficio de
quienes controlan el país y el poder socio-económico. Esto permite que el
despojo y saqueo de la tierra y del mar, junto a la represión de los pueblos
indígenas ocurran con tanta facilidad. El libro mencionado muestra en forma muy
sólida el crimen social, económico y ecológico que ocurre impunemente en Chile.
El “establecimiento” político-económico y administrativo, además de sus
incontables violaciones de los derechos permite que pueblos como el Kawésqar
(llamados también Alacalufes) y Yaganes vayan desapareciendo bajo el manto de
silencio que se les impone en los Canales del sur de Chile.
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